En San Jerónimo Norte realizaron una nueva edición del evento que permite capacitarse a campo sobre las patologías más urgentes en los cultivos de la zona. La importancia del monitoreo y el manejo integrado para prevenir dolores de cabeza.
El monitoreo es la base de todo, y genera los cimientos para la toma de decisiones correctas. “Es algo que todavía sigue costando un poco, porque muchos agrónomos todavía debaten sobre los temas de la aplicación, pero esa es la consecuencia. Es como que un médico me recete algo sin haberme revisado”. La frase la dispara el especialista Roberto Peralta, docente de la Universidad Nacional de Córdoba, quien agrega que el problema se agrava cuando no hay una interacción entre los especialistas para poder enriquecer la mirada de cada uno. “Un entomólogo sugiere no matar a las plagas en los alambrados, y un especialista en malezas propone eliminar las malezas en el mismo lugar, y esas miradas, que parecen contradictorias, se deben complementar para bajarle al productor un mensaje unificado e integrado”.
En el marco del 4° Seminario de Entrenamiento para Agrónomos concretado en un lote del acceso a San Jerónimo Norte, Peralta le dijo a Campolitoral que hay tantos conceptos de Manejo Integrado de Plagas como especialistas en el tema. “Fue la primer Buena Práctica Agrícola, para tratar de usar la tecnología con criterio. Lo importante es que es un concepto que se construye en cada campaña, integrando toda la información y respetando parámetros. De hecho hay más de 65 definiciones de MIP en EE.UU, y en todas ellas prevalecen palabras clave como: umbral de daños, plagas, etc. pero sólo el 10 % incluye el tema del beneficio social, y por eso es un concepto que se construye cada año”.
Finalmente, apuntó a trabajar con las luces altas, sino nunca vamos a mejorar. “Hay que romper el paradigma económico, pero como siempre es coyuntural siempre se usa como pretexto, porque como siempre estamos mal, las cuestiones importantes quedan atrás. Debemos planificar un MIP ideal para ver cuán aplicable puede ser, aunque al principio sólo se pueda aplicar el 10, el 40 o el 50 %, y en algún momento el 100 % de ese plan. Si espero que la situación sea la ideal, nunca lo podremos hacer”.
Entrenar para saber
Según la Ing. Agr. Florencia Magliano, organizadora del evento, se llama SEPA “porque intentamos proponerle a los agrónomos puntos de entrenamiento locales a campo que se complementen con un espacio a gabinete para tratar las problemática de las malezas”. En este sentido, puntualizó que los tres puntos de entrenamiento son: la cuantificación y reconocimiento de enfermedades en trigo y en cebada; el monitoreo de plagas y malezas; y las novedades técnicas.
“Después cortamos para pasar a la mesa de las empresas, y analizar en gabinetes teóricos las salidas a estos problemas. Por suerte tuvimos una gran convocatoria de varias provincias y también de Uruguay, generando un intercambio de experiencias que intenta traer soluciones, brindar un panorama distinto, y permitir generar nuevas estrategias sustentables”.
Magliano afirma que el aumento del monitoreo tiene un costo oculto, pero que representa un beneficio enorme para el productor, porque permite mostrar la realidad, y en base a eso generar decisiones concretas. “A partir de allí, se pueden buscar estrategias con bioestimulantes, rotación de principios activos, etc.”
Evento único
Para Margarita Sillón, organizadora del evento, se trata de un proyecto armado a lo largo de varios años, para generar espacios de capacitación y entrenamiento teórico y práctico, para trabajar en grupo con una planilla, encontrando y descubriendo las variedades y las plagas de cada lote. “Tratamos de tener un 50 de campo y un 50 de gabinete para profundizar más conceptos”.
Si bien la idea se inició tímidamente, “las empresas nos empezaron a seguir, y hoy tenemos 120 inscriptos, inclusive 30 que se quedaron afuera. En este entorno, este evento con 120 técnicos es un privilegio, una alegría. Y habla de esas ganas de capacitación permanente”.
Respecto de las líneas de trabajo a implementar en el campo, opinó que hay 2 aspectos a analizar, uno de los cuales sigue siendo el buen diagnóstico (de la maleza o de la enfermedad), “y eso sigue faltando”. El otro es que hay muchas moléculas y productos, “el gran desafío es combinarlos bien, para que no haya fitotoxicidad. Más allá de la comunicación, esas líneas del diagnostico y cómo usar cada molécula, sigue siendo muy importante. En cuanto al uso de herbicidas, las mezclas que no vienen formuladas, sino que obedecen a la estrategia de los técnicos, es lo más importante”.
Sillón enfatiza que el evento no sirve para que se lleven recetas, sino conceptos, “ver dónde tener cuidado, dónde no equivocarse. “En cuanto a los fungicidas, lo importante son los momentos, pero en herbicidas es más variable”.
Desde el aire. La gran convocatoria de técnicos de toda la región convalida un evento que crece. Fotos: Juan Manuel Fernández
Más aplicaciones
En cuanto a la aparición de la roya amarilla en trigo, manifiesta que los técnicos lo están trabajando en la severidad y la incidencia, y que requerirá otra aplicación de fungicidas. “Hoy está surgiendo la etapa exponencial de la curva de esta enfermedad. Hay lotes con hasta 3 aplicaciones. Y ahí cuenta el manejo de una estrategia por parte de los técnicos, combinando triazoles, estrobirulinas, etc”.
Y explicó que en los lotes también incluyeron la cebada, que tal vez no está muy difundida en la zona, “pero apuntamos a hacerla para que los técnicos que se van a Buenos Aires la puedan ver para observar sus patologías, algunas de las cuales las ven por primera vez. El SEPA sirve para ubicar cultivos que tal vez no están tan difundidos en nuestra zona. Es un proyecto que va a seguir para adelante”.
Bioinsumos y trabajo en red
El caso de Aminochem es muy particular. Se trata de una empresa de origen chileno que fabrica insumos para el agro en base a los salmones. “Chile es el segundo productor mundial de salmones, y los residuos se aprovechan en su totalidad” asegura el Ing. Agr. Jorge Schell. “Son aminoácidos para nutrición vegetal, con tratamiento de semillas y ácidos grasos como coadyuvantes”. Y asegura que el aceite de salmón es un producto único para uso agrícola, que mejora la permeabilidad de las membranas celulares, y que actualmente está registrado como orgánico en Senasa, con las ventajas que ello implica: es más amigable con el medio ambiente.
“Apuntamos a aplicaciones foliares para fitotoxicidad de herbicidas, rescates por residuos, y ya que con este clima tenemos estaciones cada vez más secas y altas temperaturas, tenemos plantas en stress térmico o hídrico, que se oxidan; y con los aminoácidos las estamos ayudando a sobrellevar estos procesos de stress o eventuales ataques de patógenos”.
El especialista agrega que además están desarrollando productos originados en la mortandad de salmones, que se procesan para fertiriego y el tratamiento de semillas de trigo, soja o maní, estimulando a los microorganismos de suelo. Y opina que hay una gran oportunidad en cultivos intensivos y extensivos, por problemas de desarrollo radicular. “Por la Siembra Directa hay mayor compactación de suelos, que trae aparejada la cantidad de patógenos en ambientes en anaerobiosis, pero con esto mejoramos la aireación y el desarrollo radicular: es una tremenda oportunidad con una tecnología relativamente barata y fácil de usar”.
Por su parte, Enrique Ariso (de UPL), contó que la estrategia actual es estar cerca del agricultor, para lo cual desarrollaron una plataforma para que en la web se genere una red global de información para generar soluciones a la medida. “Ya no valen las recetas únicas, cada agricultor tiene su micro ecosistema. Open Ag es una estructura abierta a nivel técnico, que permite juntar al técnico con el agricultor en tiempo real para evacuar consultas con las recomendaciones del caso”.
Cambio de era
Finalmente, el especialista Marcelo de la Vega, llegado especialmente desde Tucumán, enfatizó que estamos desde hace casi 30 años en un “cambio florístico”, que comienza con la Siembra Directa, donde dejamos atrás la labranza convencional, roturando los suelos, que dejaban un espectro de maleza de semillas grandes de hoja ancha (chamico y los bejucos), malezas requieren roturación, las que se fueron reemplazando por malezas de semillas pequeñas. “Ese es el primer cambio florístico”.
Según De la Vega, el segundo vino por una presión de selección a partir del uso del glifosato a partir de 1996. “Empezamos a usar un solo herbicida, lo que llevó a malezas resistentes y tolerantes”. No obstante, aclaró que “el glifosato es el herbicida más eficiente descubierto hasta ahora”, ya que elimina un espectro de malezas susceptibles, pero la evolución hizo que aparecieran las resistencias.
Equipo de trabajo. Los organizadores y disertantes: Marcelo de la Vega, José Menegón, Margarita Sillón, Florencia Magliano y Roberto Peralta.
Maleza vs plaga
A la hora de diferenciar los problemas, De la Vega es claro. “Las malezas son un problema particular. Las plagas necesitan de un cultivo, las malezas necesitan de un lote, y deben ser tomadas como algo diferente. Los insectos pueden tener una población mayor en su descendencia, pero una oruga por metro no es una plaga (por los umbrales de daño económico); ya que cada uno puede dejar 200 potenciales individuos (de los cuales muchos no van a nacer). Las malezas, en cambio, producen mucha más descendencia. Una equinocloa puede dejar unos 30 mil individuos. Un amarantus puede dejar 200 mil y un amarantus palmieri puede dejar 400 mil”.
Además, agrega que las plagas se guían por la temperatura externa, la que hace que todos los individuos nazcan juntos. “Pero las malezas nacen en 4, 5 o 6 cohortes, de hasta 15 años, ya que dominaron el espectro del tiempo. Se duermen y se despiertan luego de años”, advierte.
Además, aparecen malezas que no se conocían, “y si no tenemos conocimiento no podremos manejarlas. Hoy conocemos más respecto a 15 años atrás, pero cuando queremos simplificar los sistemas nos equivocamos: los sistemas son complejos, y los agrónomos somos gestores para que las cosas sucedan, somos los gestores de ambientes naturales, pero la naturaleza cambia y sigue su rumbo. Las malezas tienen millones de años de evolución, y eso las hizo resistentes. Hemos tratado de simplificar sistemas con un producto y un solo volumen. Una gota son 200 micrones (la quinta parte de un milímetro) en un ambiente tan hostil con distintas humedades relativas”.
Además, en un sistema tan variable, con 27 millones de hectáreas no podemos hacer siempre lo mismo, y eso nos demuestra que problemas siempre va a haber. Lo sufrimos con el mejor de los herbicidas”.
Estrategias
Consultado sobre los cultivos de servicios, opinó que para el manejo de malezas, hoy tienen buen resultado, pero esto va a cambiar. “Sin desmerecerlos, en cuanto a las malezas, los primeros años no tendremos malezas, pero a la larga veremos la sucesión, las malezas se adaptarán, son cambios de comunidades”.
Finalmente apuntó a implementar distintas estrategias, donde el cultivo mismo puede ser una gran ayuda. “Un lote limpio, variando la disposición espacial, con líneas de soja a 42 o 35 cm. será el cultivo mismo quien le compita la luz a la maleza”. Y opinó que el uso de cultivos de cobertura “donde la humedad lo permita también”. De la Vega reconoce que hay distintas herramientas, pero el método químico «es el más eficaz y económico que conoce». Pero que ese producto “debe ser parte de una estrategia: que sea un producto eficaz, que se aplique en el momento oportuno, y hacer una buena calidad de aplicación (en cuanto al tamaño de la gota, el número de gota y el volumen de aplicación)”.
Fuente: Federico Aguer/Campolitoral