Santiago Abrahin. Market Developer Sur de Córdoba. Stoller Argentina
El nitrógeno es uno de los nutrientes esenciales que más limita el rendimiento del maíz. Se trata de un macronutriente que participa en la síntesis de proteínas y por ello es vital para toda la actividad metabólica de la planta.
El nitrógeno (N2) es un elemento esencial para el cultivo de maíz, requiriéndose en grandes cantidades para maximizar el rendimiento (Tn/Ha). Este elemento es predominante en todas las estructuras de la planta, siendo el componente principal de la clorofila, proteínas, aminoácidos y ácidos nucleicos, todos fundamentales para el crecimiento y desarrollo del cultivo.
Su función fisiológica más importante radica en la capacidad de la planta para convertir la energía lumínica proveniente del sol en energía química, que posteriormente se transforma en biomasa, permitiendo así alimentar los granos.
Una limitación o deficiencia de nitrógeno afecta negativamente la producción de clorofila, resultando en hojas cloróticas. Esto reduce la cantidad de carbono (C) capturado por la planta, es decir, disminuye la energía incorporada en la planta.
Además, la deficiencia de nitrógeno perjudica el crecimiento vegetativo, un proceso promovido por este elemento y crucial para la síntesis de proteínas, así como para el desarrollo de hojas y tallos.
La providencia
La oferta de nitrógeno para que el cultivo cumpla con sus requerimientos, y así potenciar su desarrollo, proviene de varias fuentes:
- Aporte de nitrógeno de nitratos (0-60 cm).
- Nitrógeno proveniente de la mineralización de la materia orgánica. Este proceso depende principalmente de la temperatura, humedad y el tipo de suelo.
- Nitrógeno aportado por fertilizantes, tanto químicos como biológicos. En el caso del fertilizante químico más comúnmente usado, la urea (químico), es fundamental considerar en el balance la oferta disponible, la demanda del cultivo para alcanzar los rendimientos esperados, y las pérdidas o la eficiencia de absorción por la planta.
Eficiencia en la absorción
Las pérdidas de nitrógeno, y por tanto la eficiencia de absorción, están influenciadas por tres variables principales:
- Volatilización: El nitrógeno se pierde en forma de amoníaco (NH3) como consecuencia de la acción de la enzima ureasa, que está naturalmente presente en el suelo y en mayor cantidad en los rastrojos de cosecha,, factores tales como la temperatura, el contenido de aguay el ph del suelo afectan la magnitud con la que se producen estas pérdidas.
- Lixiviación de nitratos (NO3-): Ocurre cuando el nitrato se acumula en el suelo tras el proceso de nitrificación (la transformación del nitrógeno amoniacal en nitrato), siendo fácilmente arrastrado por el agua. Esto no solo reduce la absorción del nitrógeno por el cultivo, sino que también genera un impacto ambiental negativo al contaminar las aguas subterráneas.
- Emisiones de óxido nitroso (N2O): Aunque estas emisiones representan una menor pérdida de nitrógeno en comparación con la volatilización del amoníaco, tienen un significativo impacto ambiental. Esta situación se da en condiciones de anegamiento, la menor concentración de O2 en el suelo hace que las bacterias utilicen el O2 del NO3- y lo transforman en N2O. El óxido nitroso es un gas de efecto invernadero con un potencial de calentamiento 265 veces mayor que el dióxido de carbono (CO2).
LA PROPUESTA BIOLÓGICA
Otra fuente importante de nitrógeno para el cultivo de maíz son los fertilizantes biológicos. Estos fertilizantes consisten en organismos vivos, como bacterias, que fijan el nitrógeno atmosférico, el cual está presente en una alta proporción (78%).
Las plantas no pueden asimilar este nitrógeno (N2) directamente, por lo que estas bacterias lo convierten en una forma disponible para el cultivo. Para ese nicho, la empresa Stoller, posiciona a Blue N, un fertilizante biológico compuesto por la bacteria Methylobacterium symbioticum, que contiene una cepa específica (SB23) de este género.
Esta cepa es capaz de fijar grandes cantidades de nitrógeno, asegurando una provisión constante de este nutriente esencial para el rendimiento del cultivo.
Una de las características distintivas de esta bacteria, aplicada de manera foliar, es su capacidad para colonizar y vivir en la planta durante todo su ciclo de crecimiento. Se alimenta de metanol, un subproducto generado por la planta durante su crecimiento activo.
Además, al no encontrarse en la rizosfera, que es la zona del suelo donde reside una gran diversidad de microorganismos que proveen importantes «servicios ecosistémicos», Methylobacterium symbioticum no reemplaza estos organismos, sino que complementa sus funciones, aportando beneficios adicionales al ciclo del cultivo.
El maíz se expresa mejor
Los principales beneficios de la aplicación de Blue N en el cultivo de maíz incluyen un suministro constante de nitrógeno, mediante el complejo de la nitrogenasa. Este proceso transforma el nitrógeno atmosférico (N2) en amonio (NH4+), que posteriormente se convierte en glutamina, utilizada para formar las principales estructuras de la planta.
Este mecanismo es controlado automáticamente por la bacteria, que detiene la producción de nitrógeno cuando la planta alcanza niveles suficientes, asegurando que el aporte de este nutriente se realice únicamente cuando la planta lo necesita.
Es importante destacar que este tipo de fertilización nitrogenada es altamente sostenible. A diferencia de los fertilizantes químicos convencionales, que dejan una significativa huella ambiental, Blue N ofrece una alternativa con mucho menor impacto ecológico.
Aumenta el proceso fotosintético
Otro gran beneficio de esta bacteria es que contiene cromóforos que reflejan la luz hacia los cloroplastos, incrementando así el proceso fotosintético y, en consecuencia, la energía disponible para la planta, lo que se traduce en un mayor rendimiento.
La dosis recomendada de Blue N es de 333 g/Ha, con una ventana de aplicación que va desde las etapas V4 a V8 del cultivo. Este aporte promedio de 30 kg/Ha de nitrógeno es un excelente complemento al plan de fertilización del productor. Comparando con la urea, y considerando las pérdidas que ésta tiene, la dosis de Blue N equivale a 100 kg/Ha de fertilizante químico.
Debido a que se trata de una bacteria viva, en Stoller recomendamos tener en cuenta ciertos criterios para asegurar el éxito de Blue N, tales como aplicar el producto en un rango de temperatura entre 10ºC y 30ºC, con una humedad relativa entre 30% y 80%.
Además, es ideal realizar la aplicación a primeras horas de la mañana o al final de la tarde, para garantizar una buena apertura estomática, que es la vía de entrada de la bacteria a la planta.