Desde la Asociación Civil Solidagro amplían los canales para conectar entidades que ofrecen alimentos y productores que quieran donarlos. También difundieron una lista de nutrientes y los productos que pueden aportarlos para resistir la enfermedad.
Desde que empezó la pandemia se han donado unas 120 toneladas de soja. Se atendieron más de 1.000 comedores con más de 150.000 personas en 18 provincias de todo el país. «A raíz de la emergencia alimentaria en agosto pasado ya veníamos charlando con la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA), y 12 asociados de la entidad comprometieron donaciones. Desde que empezó la pandemia aumentaron los pedidos de productos para comedores, los que ya estaban y los nuevos que se fueron agregando», afirma Cecilia Theulé, directora ejecutiva de la Asociación Civil.
Se trata de donaciones de texturizado vegetal de soja, que sirve como base para elaborar alimentos utilizando las guías nutricionales argentinas de los últimos 5 años, impulsada por el nutricionista Sergio Britos y su equipo. “En la misma se apunta a evitar la prevalencia de la obesidad y la carencia de hierro y vitamina, dos de los problemas que detectamos en la nutrición. Se sugiere duplicar la cantidad de frutas y verduras”, aconseja.
Theulé asegura que esta proteína vegetal tiene un costo inferior a la carne, y permite hacer más eficientes los recursos disponibles. “En vez de comprar carne picada de mala calidad (con altos contenidos de grasa) se brinda alimento más sano y económico”.
Un plus del campo
El primer sistema que implementaron se llama “ProteinPlus”, por el que la gente a cargo de un comedor comunitario puede solicitar a Solidagro el envío de proteína vegetal texturizada (a través de una App) y todo un kit de recetas y consejos adecuados para comedores comunitarios.
El otra es SojaPlus, mediante la cual el productor puede donar cereal en su acopio o corredor para ser destinado a alimentación de las instituciones y comedores -que él elija- con sistema legal, trazable y prácticamente virtual).
“Que tu alimento sea tu medicamento”
Las medidas preventivas para evitar los perjuicios -en la salud y la economía- del coronavirus dejan en un segundo plano el aspecto nutricional y, sin embargo, se trata de una cuestión clave “en la resistencia a infecciones y mejor curso de las mismas una vez instaladas”. Así lo advierte un trabajo del Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (CEPEA) que provee recomendaciones para lograr una alimentación que colabore en el combate al COVID_19. El informe fue difundido por la Red Solidaria del Agro (Solidagro), entidad que también impulsa dos herramientas para colaborar desde el campo a la correcta alimentación, conectando a quienes necesitan insumos para comedores o instituciones y aquellos dispuestos a donarlos (que pueden elegir el destino y con garantía de trazabilidad en el proceso).
“En momentos en que toda la atención, mundial y local, está puesta en la expansión de la infección, la curva de contagios, la saturación o no del sistema de atención sanitaria y la respuesta comunitaria por medio del aislamiento social, las estrategias nutricionales han pasado a un segundo plano”, advierte el informe.
Sin embargo, advierten, la nutrición “desempeña un rol largamente reconocido en la robustez del sistema inmune”, conformado por dos grandes componentes: el innato o rápido y el adaptativo, de respuesta más lenta pero persistente que el anterior. Al primero lo componen diferentes barreras físicas (piel, mucosas, microbiota) que previenen la entrada de patógenos. El segundo es responsable de generar los anticuerpos específicos, generándose de esa forma la memoria inmune que protege frente a posteriores exposiciones (este es el principio de acción de las vacunas).
Por lo tanto, frente al COVID_19 CEPEA resalta algunas vitaminas y minerales que cumplen roles en ambos componentes (innato y adaptativo). Vitaminas A, C, B, D, E, zinc, hierro, magnesio, cobre, selenio y ácidos grasos omega 3 son vitales en la resistencia a infecciones y mejor curso de las mismas una vez instaladas.
La mayoría de los micronutrientes mencionados desempeñan funciones en la integridad de las barreras físicas; en la producción y actividad de agentes antomicrobianos (ej. algunos péptidos), o en actividades fagocíticas de los cuerpos extraños. “El rol de las vitaminas C y D ha sido ampliamente estudiado, en particular en infecciones de las vías respiratorias y neumonías; los ácidos grasos omega 3 cumplen algunas funciones reparadoras de los procesos de inflamación (respuesta a la infección) por lo que su deficiencia puede ser factor de procesos más largos de recuperación”, detalla el reporte.
Por lo tanto la entidad plantea la esencialidad del consumo de buenos alimentos, de alta densidad de nutrientes, especialmente en poblaciones de riesgo y en las diferentes estrategias de asistencia alimentaria que se están procurando en grupos de alta vulnerabilidad. “Frutas, en especial cítricas o kiwi; banana; frutos secos; verduras, en especial de color verde oscuro y anaranjadas (brócoli, espinaca, acelga, zanahoria, zapallo, calabaza), tomate; carnes, hígado, pescados, huevo, legumbres (lentejas, garbanzos, porotos, soja), yogur, leche, cereales integrales (arroz integral o yamaní, avena, harinas integrales) conforman la mejor canasta saludable garante de un sistema inmune adecuado, apropiado para prevenir y para responder al avance no solo de la infección por coronavirus sino las que aparecen en cada invierno”, precisó CEPEA.
También explica que los alimentos fuente de vitamina C (cítricos, verduras verdes, kiwi) y D (pescados, lácteos enteros o fortificados, huevos y exposición, aunque sea breve, al sol) son de una especial esencialidad.
Como conclusión CEPEA recomiendan que autoridades gubernamentales, pero también organizaciones de la sociedad, entidades donantes, entidades profesionales y los medios de comunicación puedan incluir algunas de estas estrategias alimentarias de forma que contribuyan a limitar el impacto de la presente y de próximas infecciones.