Según el Médico Veterinario Gerardo Conti (especialista en nutrición animal), el pellet de algodón es un insumo que tiene todas las virtudes. Al menos así lo ha demostrado en el establecimiento «Negro», un feed lot ubicado cerca de la localidad de Gobernador Crespo. Se trata de un establecimiento típico de la zona, que cuenta con una capacidad de alojamiento para 2.500 animales, aunque hoy apenas supera los 1.800. En el predio de 17 has, la familia Puigpinos cerró el círculo luego de la planta de acopio y la fábrica de balanceado.
«En lo que respecta a la dieta, trabajamos con ingredientes básicos y clásicos como silo de maíz y de sorgo. Circunstancialmente trabajamos con algo de rollo, pero por lo general son silajes, y como fuente de energía usamos granos de maíz o de sorgo (algo de trigo). Como fuente de proteína trabajamos exclusivamente con pellet de algodón y sales minerales, como últimos componentes de la dieta», le explica a Campolitoral.
Al pellet lo usan desde hace 5 años de forma exclusiva, por sus virtudes más destacadas, entre las que se destacan su alta concentración de proteína (entre el 37 y 38%) y muy bajos niveles de aceite, lo que permite que se pueda usar con excelentes resultados en la producción de carnes.
«Hay un viejo concepto que el algodón le da sabor a la carne, y en realidad es el aceite de la semilla de algodón el que lo produce. En este caso puntual, en que la extracción se hace por solventes, el residuo de aceite que queda en el pellet del algodón es realmente muy bajo (del 1.5 al 3 %). Eso nos garantiza que la carne no va a tener ese famoso sabor a chancho que se le suele sentir a la carne del feed lot, porque está relacionado directamente a la concentración de aceite de la dieta».
El especialista insiste con la idea que tiene muy buena calidad y una inmejorable relación de precio en comparación con la soja o el girasol. Por otro lado, permite cumplir varias funciones: bajar los niveles de fibra, concentrar proteína y eliminar el riesgo de micotoxinas, que están en la cubierta exterior de la semilla. Se trata sin dudas de un producto altamente inocuo, con bajos niveles de aceite.
Un insumo «bioeconómico». El pellet de algodón aporta más proteínas y de forma más económica que otros subproductos.
Una cuestión de fases
A nivel técnico, en nutrición animal, Conti nos explica que se suele clasificar a la fracción de la proteína en tres puntos: la fracción A, que cuando entra al aparato digestivo desaparece. La fracción B que tarda más tiempo en degradarse, y la fracción C, que se degrada en el intestino, lo que en nutrición se llama proteína By pass.
Los rumiantes tienen la particularidad de contar con un pre estómago, que es el rumen (que en las carnicerías se vende como mondongo) y allí es donde de realiza gran parte del proceso de digestión. «La fracción A desaparece ahí mismo en el momento cero (por lo general se trata de Nitrógeno pero no proteico, como la urea), después está la fracción B que se va degradando en forma progresiva, y la fracción C que se digiere en intestino».
El especialista destaca que el pellet de algodón tiene una fracción A relativamente baja y una fracción B muy amplia. «Eso significa que una alta porción de la proteína funciona como proteína verdadera. Por otro lado, permite que el rumen tenga una constante disponibilidad de aminoácidos lo cual hace mucho más eficiente el uso de la proteína y el desarrollo microbiano, porque en realidad el rumen es una cuba de fermentación, donde se van desarrollando micro organismos que van fermentando los alimentos».
Esos micro organismos necesitan nitrógeno, proteínas y energía a volúmenes constantes para poder «trabajar» y desarrollarse. La urea, por ejemplo, brinda nitrógeno solo en el momento en el que el animal está comiendo. «Fuera del horario de consumo del animal, ese nitrógeno se volatilizó y ese rumen queda con falta de nitrógeno», agrega.
Logística a disposición
En estos productos, el flete tiene una incidencia importante. No obstante, respondiendo a la disponibilidad, la firma tiene como objetivo tratar de insertar la mayor cantidad de producto en el mercado interno. Para ello, suscriben un contrato donde se fija el precio en dólares y garantizan el aprovisionamiento de la mercadería. La factura se va pesificando a medida que se retira la mercadería. «Como no se puede estar cambiando la dieta, hay que ser lo más estable posible. Por eso la disponibilidad garantizada es un tema resuelto».
Una tendencia que se viene
En los últimos años, el cultivo de algodón está logrando una mayor estabilidad, gracias a la incorporación de nuevas tecnologías en materia de genética vegetal y de maquinaria de cosecha. El envión también alcanza a una cadena de subproductos que genera la industria aceitera del norte santafesino, y que comienzan a instalarse a paso firme en el mercado interno y la exportación. Pero vayamos por partes.
Si bien todavía los productores muestran cierta resistencia al pago de estas tecnologías, admiten que sus beneficios implican un salto de calidad, que inclusive puede encerrar el desafío de jugar en primera. «Están entrando semillas nuevas y el cultivo está empezando a crecer», admite Alejandro Buyatti en diálogo con Campolitoral.
El referente de la única empresa del país que fabrica aceite de algodón, reconoce que la estrategia público privada para instalar estas nuevas tecnologías está dando resultado. «Las nuevas variedades fueron desarrolladas por una empresa privada en conjunto con el INTA. Es más cara pero tiene las ventajas de la tecnología» asegura. Y agrega que desde hace años que es un cultivo rentable, que permitió que muchos productores puedan crecer y tecnificarse. «Aumenta la cantidad de máquinas cosechadoras en rollo (ya debe haber más de 20), que trajeron mayor eficiencia al proceso y mejoras en la rentabilidad del cultivo», destaca. La sequía, por último, frenó la siembra del girasol, y hacer prever un importante aumento del área sembrada con algodón para la próxima campaña.
El pellet y sus hermanos
En la empresa con sede en Reconquista procesan la semilla, que puede tener varios destinos, apuntando a un plan de aprovechamiento integral del cultivo, dentro de la nueva filosofía de bioeconomía que llegó para quedarse en la agroindustria santafesina. Por lo general, la semilla puede ir a forraje, un mínimo porcentaje a la exportación, o a la industria. En ese rubro, Buyatti está posicionada en el mercado para darle los tres destinos.
A nivel de los subproductos que se elaboran, se destacan el aceite, el pellet y el linter (fibra o pelusa que le queda la semilla). El aceite y el linter se exportan en su totalidad. El pellet normalmente va al consumo interno y a Uruguay y Paraguay. «El aceite es un subproducto que genera divisas, y lo estamos vendiendo refinado al exterior (a Sudáfrica, Australia, Omán y Malasia). El linter va a España para usar como materia prima para hacer papel moneda (euros)», destaca Buyatti.
El papel de la proteína
Respecto del pellet, Buyatti admite que quieren incrementar la producción y desarrollar fuerte el mercado interno, «porque es una fuente de proteína de las más altas junto a la soja, por eso entendemos que no está lo suficientemente difundida». A la mercadería la venden puesta en fábrica a retirar, y su valor tiene un correlato con el precio de las proteínas. «Es un commodity que se rige por los valores internacionales, sobre todo porque el aceite tiene precio internacional. Hoy el aceite de algodón vale lo mismo que el aceite de soja más 30 dólares. En el caso de las exportaciones la estamos haciendo también puesta en planta porque podemos hacer aduana acá mismo», agrega.
Finalmente, admite que la lejanía de los puertos, que tanto perjudica al norte provincial, en esta apuesta les juega a favor. «Nos acerca más a los consumidores, ya que la ganadería se ha trasladado al norte y a países vecinos. Por la seca hay una demanda muy importante del producto. Este año fabricaremos algo más de 50 mil tn pero podríamos llegar a 70 mil».
FUENTE: Federico Aguer/Campolitoral