Desde hace años que el sector sabe de sus limitaciones a la hora de comunicar, hacia adentro y hacia afuera. Sobre sus urgencias, sus necesidades y sus logros. La campaña de desprestigio que debe enfrentar a cada día y la impotencia que eso genera.

El tema ha sido materia de análisis en eventos y capacitaciones, y está atravesado por ejes actuales, pero también por cuestiones de fondo que se vienen arrastrando desde hace décadas y que está bueno analizar.

Detrás del objetivo de entender estos fenómenos, hoy altamente influidos por las nuevas plataformas de expresión y comunicación, es que Carsfe decidió realizar un Congreso que permita mejorar el diálogo entre el campo y la ciudad.

Primero, porque si hay que mejorarlo es porque entienden que no está pasando por un buen momento, o en algunas instancias directamente no existe. Y segundo, porque va quedando más claro que nunca que así como el país y el mundo cambió, también lo hizo el campo, a través de transformaciones profundas que modificaron las formas de producir, las formas de titularidad de la tierra, la forma de relacionarse y la forma de comunicar.

Una bofetada

El evento se inició a las 18 vía zoom y redes sociales con la emisión de un atractivo video institucional que remarcaba la trayectoria de la entidad ruralista, luego de lo cual su titular, Carlos Castagnani, destacó la importancia de unificar criterios entre la producción y el Estado para avanzar en la reconstrucción del país. Por su parte, Gabriel de Rademaker hizo uso de la palabra en nombre de CRA, y en su condición de vicepresidente primero enfatizó la territorialidad de una entidad extendida en todo el país.

A su turno, y como cierre del acto inaugural, el gobernador de la provincia, Omar Perotti apeló a que hay que trabajar en la reconstrucción de la estructura productiva de la provincia, con el campo como puntal para eso, y reconoció que «el 50 por ciento de pobreza es una bofetada para todos, para la dirigencia política sin dudas, porque de la vuelta de la democracia haber llegado a estos parámetros, sin dudas que duele. No entender este momento, no ponerle letras mayúsculas a las políticas que requiere este momento para poder dar respuestas es a nuestro juicio no estar entendiendo el momento que vivimos y el desafío al que la comunidad nos ha expuesto»

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Imagen y posverdad

En el inicio de las disertaciones, el economista Iván Ordóñez explicó los alcances de un trabajo realizado en 2018 donde se muestra la radiografía de un país mayormente urbano, que además desconfía profundamente del campo.

«De los diez distritos que más granos producen, ocho están en Córdoba, la provincia de donde surgieron los principales movimientos pseudo ambientalistas, anti agro, quizá por ser la provincia que más hectáreas sumó a la producción agrícola en las últimas décadas», explicó Ordóñez.

El analista realizó una ágil charla con videos de las redes, explicando lo que hay que hacery lo que está mal en materia comunicacional, enfatizando la necesidad de generar empatía con los otros sectores. «En materia impositiva, el 80 % de los consultados está de acuerdo en aumentarle los impuestos al sector». Lapidario.

Los mitos y los datos

Para Esteban Hernández, titular de la comisión de Comunicación de Carsfe, uno de los objetivos del evento es plantear algunos malentendidos que se manejan sobre el sector. «Se trata de grandes mitos que la ciudad tiene del agro. ¿Y porqué analizar los mitos? Porque debemos salir a explicarle con datos, a nuestros amigos y vecinos que creen en conceptos que son erróneos». En ese sentido, quiso aclarar el primero de ellos, referido a si el campo es la oligarquía. «Según el concepto de Bobbio, oligarquía son las empresas amigas del poder. Y entre las 200 empresas más grandes de la Argentina actualizado las exportadoras no figuran productores agropecuarios. El campo es el sector menos concentrado de la economía argentina».

Respecto a la «súper renta agraria», explicó que el campo es el sector económico cuya rentabilidad se estudia por el Estado desde 1930. Y que los números del margen bruto y neto lo desmienten categóricamente, sobre todo por la ganancia por aumento del valor de la tierra.

En cuanto a si el campo maneja los dólares del país, Hernández aclaró que el sector cobra en pesos y al dólar oficial. Y que tampoco tiene incidencia en el precio de los alimentos. En referencia a la creación de empleos, manifestó que según cifras de los principales sindicatos crea empleo directo e indirecto, en el campo y la industria.

Uno de los temas tabú es el de la contaminación. «Las estadísticas de intoxicados de Argentina muestran claramente lo contrario. Y destacó la importancia de la receta agronómica y la aplicación responsable de productos fitosanitarios.

Respecto de la concentración productiva, según datos del Indec sobre pérdida de productores entre los dos censos, queda claro el fracaso de las políticas estatales en defensa del pequeño productor. «¿Quién compra las tierras?», se pregunta. «Los amigos del poder, y la expansión de la mancha urbana», se responde.

En referencia al aporte vía tributaria, el ruralista detalló el listado de impuestos que paga el campo a todo nivel que van mucho más allá de las retenciones, y explicó cifras sobre la evasión en otros sectores.

Respecto del concepto de seguridad alimentaria versus soberanía alimentaria, sugirió que Argentina debe exportar alimentos de calidad y a precios competitivos «porque el mundo los necesita y nosotros generamos el 65% de nuestras exportaciones».

Números que hablan

El segundo día comenzó con la charla de Roberto Bisang, quien estuviera a cargo del Censo Nacional Agropecuario de 2018, quien detalló las tres preguntas que se hicieron para arrancar el cuestionario: ¿Quién es el productor agropecuario? ¿A qué se dedica el campo?. ¿Qué produce?.

Datos y relatos. Ajustes, concentración, riqueza. Eficiencias, imagen, todo eso se desprende de un testimonio invaluable del trabajo realizado a campo por 2791 censistas, 50 supervisores, 24 coordinadores, 83 jefes zona para monitorear 360 actividades. En las mismas se relevaron 250.881 Explotaciones Agropecuarias (EAP) las cuales tienen de 689 has de promedio, en 157 millones de hectáreas productivas.

«En Santa Fe existen unas 19.829 EAP en 9389 has productivas, de promedio tienen 473 has», aclara Bisang, que no oculta sus orígenes en Humboldt. En nuestra provincia, la edad promedio de los productores es de 54 a 58 años; hay un 13 % de mujeres a cargo. El 36 % tiene educación secundaria y el 14% universitaria. El 71 % recibe asesoramiento. Sólo el 10% está asociado a entidades gremiales. El 65 % usa internet. El 20 % hace análisis de suelos. El 15% recicla.

Para Bisang, cambió todo tranqueras adentro. En la misma área, el doble de producción. «Cambió el uso del suelo. Hay 2.500 fábricas de embutidos dentro del campo. Maíz, cerdo, embutidos, le están cambiando la cara a varios pueblos del interior. 259 plantas de alimento balanceado más extrusores de soja, solo en Santa Fe. Hay 25.000 EAP con paneles solares. 1.450 hacen turismo. Son industrias a cielo abierto». E insiste con la ida que cambió el acceso a la tierra y el modelo de organización. «Hay unos 30 mil nuevos jugadores que sub contratan y son el grueso de los compradores de maquinaria agrícola. Cambiamos de un productor a un empresario agroindustrial. El campo se ha vuelto una actividad tremendamente sofisticada, con un efecto multiplicador para toda la sociedad, y esto es ignorado por todos los estamentos, aún en la gremial del sector. El tamaño de la EAP creció, pero lo hizo de la mano de un modelo de contrato, servicios y alquileres. Se concentró con mayor producción, pero no con más tierra. Debemos repensar el sector, definir un mensaje y un destinatario en un mundo que cambia rápido, y tener la cabeza abierta. Y hacia afuera, en relación con la comunidad, destacar que somos un sector relevante por su contribución, pero que tiene que dialogar para compatibilizar su potencialidad».

El poder del lobby

La economista Iris Speroni separó su charla en dos partes: análisis y propuesta. En la primera, opinó que «la gente no sabe nada del campo: hay prejuicios, en la facultad no se estudia. Pero esto no es casual, es adrede, es provocado». En su mirada, esa mala imagen es algo buscado, e incluso «hay mucha gente poniendo dinero para que los productores sean los malos de la película, los codiciosos, los que contaminan. Se escriben libros de texto acerca de esto». Y remarcó que «eso hay que internalizarlo para poder trabajarlo».

Pero no fue siempre así. «Décadas atrás, el campo y sus exportaciones eran aceptados desde los libros escolares como la fuente de prosperidad del país. Había una impronta cultural desde el Estado para visualizar la importancia del sector para el país».

Speroni reconoce que es el sector más dinámico de nuestra economía, al punto que «el régimen político y económico argentino podría llamarse vivamos todos del campo. Sacarle la rentabilidad al campo tara transferirla a otros sectores». A los que pagan las campañas electorales, que manejan las carreras de funcionarios funcionales. Y el dinero vuelve a los sectores que financian la política. Si el campo no se propone financiar la política, siempre quedará excluido.

Hacerse valer

Finalmente, Jorge Chemes, presidente de CRA le puso cierre a la primera jornada, apelando a una autocrítica que permita que el sector se haga valer. «No puede ser que el sector que le da de comer al país no tenga una estrategia comunicacional, siendo un sector al que deberían todos hacer reverencia, en el buen sentido, sabiendo que son 40 mil millones de dólares los que se esperan de la próxima cosecha».

Fuente: Campolitoral

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