En la Escuela Granja de Esperanza siguen apostando a la cunicultura. A la diversificación productiva y a la salida laboral para los alumnos, se le suma una nueva faceta: la exportación.
Desde hace años, la Escuela Granja de Esperanza viene trabajando en la diversificación productiva y el agregado de valor como ejes pedagógicos que permitan dotar a sus alumnos de las herramientas necesarias para un mercado laboral cada vez más desafiante.
Más allá de los vaivenes propios de cada uno de estos emprendimientos, el eje está depositado en el aprovechamiento ilimitado de nuestros recursos naturales y humanos para producir alimentos de calidad. Quesos de oveja y búfala; carnes diferenciadas para el circuito gourmet; o la misma Feria Ovina (evento que venía creciendo con fuerza pero que lamentablemente se abandonó); fueron algunos hitos que marcaron el camino. Esto, en épocas de pandemia, agrega un plus adicional, que refuerza la importancia de la formación profesional para esta actividad esencial.
La importancia de mantenerse activos
Una de las unidades menos conocida del establecimiento es la cunicultura. Iniciada en sus comienzos en jaulas al aire libre, tal como se realiza en varios lugares de la provincia, cuenta hoy con una estructura de modernos galpones divididos por etapas de cría y reproducción, donde los alumnos pueden aprender los detalles de esta actividad, que ahora está ante las puertas de un hecho inédito: exportar reproductores vivos a Colombia.
«La propuesta nos llegó de parte de un amigo colombiano que está cursando con nosotros una maestría en la UNL y que nos preguntó por genética de conejos para llevar animales a su país», le cuenta a Campolitoral el Ing. Agr. Rodrigo Benítez, director de Planificación Institucional de la Escuela Granja.
Según Benítez, se trata de «genética de primer nivel» que es muy apreciada a nivel regional. «Queremos que los alumnos entiendan que estas son actividades que ellos pueden emprender. Esto no se conoce mucho, pero nosotros trabajamos con la secretaría de vinculación tecnológica de la UNL para generar una cultura emprendedora, que el alumno sepa que puede emprender no solamente desde lo técnico, sino desde la actitud que le permite arrancar con su propia empresa, su propia unidad de negocio, y hasta asesorar a conocidos como salida laboral».
Para el docente, las escuelas rurales cumplen una función de contención social desde el campo que es invalorable. «El éxodo rural es muy fuerte, por eso trabajamos para fomentar estas posibilidades y diversificar la granja. Lo de Colombia también nos sirve a nivel institucional, para que vean que hay una escuela que lo tiene y que luego de muchos años de trabajo se puede comenzar».
En cuanto a la importancia de esta unidad productiva a nivel académico, opina que cerrar el ciclo de faena sería el próximo paso. «Ya presentamos un proyecto en este sentido que sería un golazo, para meternos en un canal de comercialización distinto, en las carnicerías gourmet. Estamos trabajando en ferias, degustaciones, etc. Lo dice en sentido que «la gente tiene que perder el miedo a este tipo de carnes, es una carne exquisita con una calidad nutricional muy buena y para los que buscan alimentos sanos es una gran oportunidad».
Finalmente, reconoce que la pandemia y la cuarentena los afectaron tremendamente. «El 19 de marzo cambió la historia para muchos de nosotros. Más allá del impacto de la pandemia, tuvimos que evolucionar para entender que debíamos dejara el pizarrón, el power point, y pasar todo eso a la virtualidad a través del entorno de la UNL, el zoom y las clases, y nos cambió la vida».
El docente reconoce que tuvieron que pensar en una nueva educación. «Garantizamos la educación pública de calidad, porque seguimos con los contenidos teóricos y las prácticas. Videos, filmaciones, etc, que nos hace sentir muy orgullosos. Para muchos chicos, esta era su casa, y hoy esos chicos están en sus pueblos y ciudades, son 270 estudiantes de toda la región».
La pandemia frenó -por ahora- la primera exportación de reproductores en pie. Bajo la consigna de bienestar animal, los galpones cuentan con ventilación y luz. Con la cama de desechos hacen compost.
Pasión por la cunicultura
Gustavo Chavarini es Técnico Agropecuario y profesor de la cátedra de conejos. Desde hace casi 30 años trabaja en selección de ejemplares por raza. Y si bien las actividades académicas están paralizadas, se tiene que hacer cargo del mantenimiento de los galpones y los animales.
«Tengo 49 años, y desde los 14 crío conejos. Siempre me llamaron mucho la atención», relata. Para Gustavo, se trata de «un animal muy noble. Es una pasión que llevo adentro y que no es fácil de explicar, pero me atrae mucho el hecho de generar nueva vida», resume con orgullo.
«Me gusta tratar de ir mejorando, y si bien este criadero arrancó 9 años atrás casi sin instalaciones, despacito fue creciendo, siempre con la misma producción. Hoy necesitaríamos los ingresos para contar con una sala de faena para la producción de animales pequeños y de otras unidades de la escuela», expresó.
Nuevos proyectos
Respecto de la idea de exportar reproductores en pie, le cuenta a Campolitoral que el objetivo efectivamente consiste en exportar animales vivos (de 5 a 6 meses de vida) listos para la reproducción. «En este caso la propuesta es de 250 reproductores a Colombia, que para nosotros es algo fantástico, porque permite que se dé a conocer nuestro trabajo, y que en cierta forma que nos reconozcan el oficio de años de selección y genética, que es algo muy importante, tanto sea para nosotros como para los alumnos de la escuela».
Chavarini destaca que por efecto dela pandemia a las tareas las está haciendo solo por la falta de los alumnos, son ellos quienes tradicionalmente han venido cumpliendo esas funciones. «Me lleva de 4 a 5 horas diarias mínimo en el criadero para poder atender todas las demandas: servicios alimentación, limpieza. Preparación para parto, destete, desparasitación, etc.»
Secretos de manejo
Respecto de las claves para iniciarse en la actividad, aclara que siempre se aconseja empezar con ejemplares de 5 a 6 meses de vida, o que tengan el 80 % de su peso adulto. «Que sean ejemplares sanos, vigorosos, que representen el estándar de la raza con el objetivo que nosotros buscamos. Si buscamos animales carniceros, privilegiar la mayor porción de músculos por sobre el hueso», sostiene.
«Una vez que seleccionamos los animales a reproducir, podemos elegir por dos tipos de instalaciones diferentes: un sistema libre o bajo galpón». Y explica que se los reproduce o hace parir cada 43, 63 o cada 90 días. «Eso va a depender de la cantidad de crías que queramos obtener de los reproductores».
Después se pasa al manejo reproductivo. Siempre es la hembra la que va a la jaula del macho porque el macho usa unas glándulas testiculares para marcar la jaula, por lo tanto, si lo sacamos, lo distraemos. Y él lo que tiene que hacer cuando la hembra está receptiva tiene que servirla para facilitar el trabajo. Luego de unas 7 u 8 horas, se produce la ovulación, y comienza la gestación, que dura unos 31 días de promedio.
«Acá, las 100 hembras tienen ese promedio. El parto dura entre 30 minutos y una hora, la madre los expulsa de uno a la vez, los lame, les retira la placenta y los amamanta y los cubre con sus pelos, armando los nidos para los gazapos que nacen sin pelos y con los ojos cerrados»detalla.
Los bebés, con sus mamás. Las crías deben ser revisadas con cuidado todos los días.
Potencial versus realidad
En cuanto al destino que se le da usualmente en el país al conejo, explica que mayormente se destina a la producción de carne y pieles, y para la venta de reproductores o mascotas.
«En estos tiempos estamos vendiendo mucho el animal vivo para estos dos últimos fines. Las tres principales razas que estamos trabajando son carniceras: la neozelandesa (de pelaje blanco y ojos rojos), la raza californiana (blanca con las patas y orejas negras), y la mariposa (por la forma de su hocico). Por año, venden entre 50 a 100 reproductores. «Después de varios años de trabajo, algunos productores vienen para seleccionar y mejorar su genética», reconoce con modestia.
FUENTE: Federico Aguer/Campolitoral