Se conmemora el día del productor de ovejas. Si bien en nuestra provincia está mayormente orientado a la producción de carnes, se trata de una cadena con gran potencial, aunque con falencias estructurales difíciles de revertir.
La producción ovina tiene profundas raíces en la historia. Se estima que entre 1548 y 1550 llegaron a este país los primeros ovinos traídos desde Perú y Chile. La cruza de ellos junto con los de Paraguay dio lugar a la raza Criolla. Según destaca el INTA, las primeras exportaciones se realizaron en el siglo XVII, por comerciantes españoles. Si bien estos primeros embarques fueron pequeños, el comercio fue creciendo hasta representar el 20% de las exportaciones a mediados de 1960.
“Los productores laneros fueron los encargados del crecimiento y cuidado del ganado ovino. Dentro del proceso productivo de la lana se pueden considerar dos grandes etapas: la primera es la producción de la materia prima, realizada en el campo a través del manejo ovino. La segunda etapa es la realizada por la industria textil, en complejos industriales concentrados geográficamente”, señala el organismo.
Poner el cuerpo
“El secreto de la producción ovina eficiente es que hay que laburar todos los días”, sostiene Guido Lancioni, productor ovino de la zona de Irigoyen. “En esta zona es complicado, porque uno compite con producciones importantes, por eso hay que estar todos los días en el campo”, agrega. Lancioni se explaya afirmando que “uno no se puede relajar, es algo constante, y más si lo querés hacer intensivo”.
Ellos trabajan con unas 300 ovejas raza Texel (netamente carnicera). “Ocupamos más mano de obra que la soja, pero hay que estar presentes para que no te roben”, detalla. Además, explica que esta especie tiene los servicios estacionados, lo que genera cuellos de botella que generan problemas a escala industrial y comercial.
“Se encarnera a fines de marzo y 5 meses después nacen las crías, mayormente concentradas a fines de julio y agosto. Después siguen pariendo y hasta diciembre paren las borregas”. Según el productor, el mercado sigue siendo bastante informal, “pero los frigoríficos no tienen para faenar porque no hay suficiente oferta”.
Proyecto ruralista
“El panorama es lamentable. No hay frigoríficos, y mayormente las majadas se usan para cortar los pastos en los campos. Hay muy poca producción”, dispara Claudio Berrueta, titular de la Sociedad Rural de Venado Tuerto y referente de la Comisión ovina de CARSFE. “Hay unos 165 mil ovinos registrados, pero se calcula que debe haber 760 mil”, estima. “Este año, se presentaron 15 proyectos para la ley ovina, y casi todos prosperaron. La provincia participó con 5 millones 600 mil, pero al tener un rodeo registrado tan bajo, también es menor el importe que baja de la Nación”, se lamentó.
Consultado sobre los problemas para coordinar la oferta y la demanda, expresó que es “como el huevo o la gallina, si no hay donde faenar, no podés producir. La idea es vender trozado, pero en el norte no hay ningún lugar para carnear” asegura.
Berrueta dice que desde CARSFE presentaron una propuesta para que el gobierno apoye a un frigorífico en el sur provincial. “Los frigoríficos móviles no dieron resultado por el tema de los efluentes. Deberían desarrollar módulos chicos para poder empezar de a poco y que se vaya agrandando. Otra forma sería fomentar la exportación a través de un cupo. La ley ovina nacional fomentaba a comercialización por cortes, pero se desarticuló a nivel oficial dentro del ministerio nacional con le cambio de gobierno”.
Finalmente, destacó que el potencial de la actividad es inmenso, “pero uno de los problemas del ovino es que tenés que tener gente que las cuide, son menos fáciles de manejar que las vacas. Y falta gente en el campo. Hay sistemas rotativos que si existiera la faena, le podría competir a la ganadería”.
Información y asociativismo
“A nivel provincial, la ley ovina viene funcionando muy bien”, asegura Sergio Taffarel, coordinador del tema del Ministerio de la Producción. “Asumí hace dos años como coordinador, y en ese entonces teníamos 3 millones de pesos, el año pasamos a 4 y medio, y este año 5,8 millones para repartir entre los productores beneficiados”, remarcó.
Taffarel explica que esta esta línea crediticia es tan solo una herramienta, y que a nivel nacional pasa lo mismo que en Santa Fe. “La oveja es competitiva en esos niveles, y estamos trabajando para impulsarlo. Estamos buscando herramientas para poder generar información respecto de las ovejas y cabras para bajar a territorio una estrategia productiva”.
El especialista coincide en que son animales de ciclos estacionales a nivel reproductivo. Eso condiciona la producción y una oferta estacionada. “Para eso tenemos que saber dónde están los animales y bajo qué extractos se mueven los productores. En el medio de eso están las salas de faena, pero esto es una producción y todos los eslabones tienen que ganar dinero. Para los productores del cuello de botella son la falta de salas de faena”.
En este sentido, afirma que en la provincia hay salas, pero a veces no llegan a juntar el volumen que las hacer redituable. “El productor tiene que tomar una unidad rentable y juntarse, agruparse en conjunto para hacer volumen y descentralizar la oferta, llegando así a una sala de faena, y esta debe estar en condiciones, permitiendo la trazabilidad y generando trozados a la góndola”.
Según el funcionario ahí entra el tema del valor agregado. “El año pasado se sacó un programa nacional para estimular el consumo y tuvo resultados positivos”.
Pero advierte que en su opinión, no es momento de incentivar el consumo, sino la producción. “Tenemos 15 millones de ovejas y 44 millones de personas que consumen 1 kilo 200 por año. Por eso, si aumentamos el consumo en poco tiempo nos comemos todas las ovejas, por lo que no creo que sea el momento de concentrarse en la comercialización y estimular el consumo, sino producir en escala y darle valor agregado”.
Sanidad bajo control
Por último, destacó que también trabajan en un plan sanitario. “Al ser una actividad relativamente informal, no hay una sanidad involucrada, y para ello necesitamos tener una columna vertebral regulatoria que nos guíe. Las enfermedades son las mismas que la vaca: carbunclo, brucelosis, tuberculosis y parásitos que se transmiten al humano. Por eso desde la Comisión Provincial de Sanidad Animal (COPROSA) estamos trabajando para establecer un plan sanitario para ovinos y caprinos, con una parte obligatoria y una optativa. La pandemia nos impide estar en contacto con los productores, donde mejor desarrollamos la actividad».
FUENTE: Federico Aguer/Campolitoral