La imposibilidad de girar dólares al exterior impide que una decena de empresas agroaéreas honre los créditos asumidos para renovar sus aeronaves. Un cepo que liquida décadas de esfuerzo y superación profesional.

Jorge Bocca es un piloto agrícola oriundo de la localidad de San Jorge, desde donde desempeña esta actividad hace 38 años. Su hijo Ignacio abrazó la misma pasión, y junto a su familia y equipo, se transformaron en las caras de una de las empresas de referencia en esta actividad a nivel nacional.

Sin embargo, una decisión del Gobierno Nacional les impide seguir operando con normalidad, ya que no pueden pagar las cuotas del avión que compraron en 2018. En diálogo con Campolitoral, Bocca relató con angustia el martirio que están sufriendo, y que pone en riesgo una vida entera de trabajo. «En el año 2018 compré una aeronave nueva, importada de Estados Unidos. En su momento el cepo del dólar que tenemos ahora no existía, por lo tanto pude acceder a un crédito otorgado desde el exterior», dice. «Desde ese momento (de 2018 hasta ahora) pude pagar sólo siete cuotas, de las cuales tengo 14. Pero en la cuota 8 (que venció el 1 de noviembre del 21), la política con el cepo me prohibió sacar dólares de la Argentina porque nosotros quedamos encuadrados dentro de un margen, donde no sabemos bien cómo estamos encuadrados, para poder pagar esta deuda», agrega.

A partir de allí, los Bocca (junto a otras empresas más) han hecho miles de presentaciones al Banco y a los organismos del Estado, sin resultado positivo. «De hecho, de la cuota 8 solamente me dejaron sacar 32 mil dólares de los cuales tenía que sacar 50. Tengo vencida en este momento la cuota 9 y la cuota 10, y pronto a vencer la cuota 11, las cuales no se pudieron pagar».

Por otro lado, explicó que de las aeronaves que entran al país, ellos garantizan el pago con una hipoteca de la aeronave, por lo que temen lo peor. «He ido a la justicia para ver si podía hacer el pago al exterior, porque yo el dinero lo tengo, pero tengo pesos y no puedo comprar dólares. Pero no puedo acceder a los dólares, y como tengo pesos no me permiten comprar y tampoco me permiten enviar el dinero al exterior», afirma con impotencia.

Desde el Estado no les dan precisiones, pero por otro lado la Justicia Federal ya está haciendo los embargos y los remates de algunos aviones. «Es algo inconcebible porque es todo de lo mismo: son deudas que nosotros teníamos contraídas con otro gobierno y supuestamente por las fechas de compras que tenemos estamos castigados».

El trabajo no es un lujo

La disposición nacional se implementó con el espíritu de retener los dólares en el país, frenando la adquisición de artículos de lujo. No es el caso del Air Tractor adquirido por los Bocca, un avión monoplaza estrictamente destinado al trabajo de protección de cultivos, siembra aérea y combate de incendios rurales. «Estamos castigados porque yo compré algo para trabajar, para producir. Es un avión que puede apagar incendios y que genera divisas para el país; no es un artículo de lujo, es más, es de un solo pasajero. Estamos perdiendo el capital de trabajo de 38 años de los cuales, no sólo es el capital de trabajo, sino que también la gente que tenemos a cargo, porque somos empresas familiares, donde trabajamos todos, pero a su vez tenemos siete u ocho empleados de los cuales viven de lo que es la aviación. Nosotros somos profesionales, no somos improvisados. Tenemos todas las licencias habidas y por haber y cumplimos con todos los requisitos que la nación nos exige que la ANAC nos exige», dispara Bocca.

Y finaliza presagiando lo peor: «no nos están permitiendo pagar al exterior, entonces estamos en una grave problemática donde como el caso mío y el caso de unas cuantas empresas más van a perder los aviones por no poder girar al exterior la plata, que nosotros la hemos generado en este país».

«Lo anticipamos»

El Dr. Gustavo Maron es el referente legal de la Federación Argentina de Empresas Agroaéreas (FEARCA), y lleva el caso de los Bocca y de una decena de empresas en la misma situación. «Este tema viene arrastrándose desde hace prácticamente un año, cuando comenzaron a evidenciarse en la comunidad de empresas de trabajo agroaéreo del país, las dificultades en poder efectuar giros o pagos al exterior para cancelar las cuotas de los aviones agrícolas comprados por estas empresas a fábricas». Marón explica que inicialmente estaban afectadas unas cuatro o cinco empresas, pero que luego escalaron a 10 con un total de 12 aviones comprometidos actualmente.

«Esto viene a ser como la implementación de un corral, una secuencia en la cual no es libre la remisión de fondos al exterior, a las fábricas para pagar las cuotas, sino que está sujeta a una gran cantidad de medidas restrictivas de parte del Banco Central de la República Argentina que comenzaron a implementarse cuando se empezó a evidenciar la crisis y el gobierno comprendió que tenía que cerrar el giro al exterior porque no había dólares».

Sin embargo, el abogado explica que se trataba de aviones nuevos con contratos presentados muchísimo tiempo antes, a través de contratos inscriptos en el Registro Nacional de Aeronaves, contratos completamente blanqueados ante la AFIP, ante la Unidad de Información Financiera, etc. «O sea, claramente esto no era una fuga de de divisas ni nada por el estilo».

A remarla

Marón explica que se han hecho ingentes gestiones al respecto entre distintos organismos la última de las cuales se llevó a cabo ante la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), «con quien empezamos a tener diálogo hace un año en agosto del año pasado, pero todavía no se ha llegado a ningún puerto».

Lo grave es que ha comenzado una «catarata» de juicios de ejecución hipotecaria contra los aviones y contra los titulares. Y en este escenario de sequía, son un nivel de operatoria tan bajo, para muchos, es un golpe directo en al línea de flotación. «La situación es delicada», grafica Marón. «Siempre hemos procurado el diálogo y no ser agoreros de la desgracia, no sino ser parte de la solución, pero aquí la sangre ya llegó al río», sentenció.

El abogado confirmó que venían advirtiendo que esto se veía venir desde hace un año. «Y esto quiero dejarlo bien en claro, porque contribuye a entender el fenómeno. No es que este esta situación haya sorprendido o por decirlo vulgarmente madrugado a los aeroaplicadores. Esto es una situación que se veía venir, y en la que llevamos a conocimiento de las autoridades con el tiempo suficiente, y no hubo ninguna solución».

Según el especialista, la solución es eminentemente política. «Debe comprender el poder político: el Ministerio de Producción la Secretaría de Comercio, etc. que la inmovilización de aviones de trabajo, lo único que produce es que no haya trabajo. Que además se pierde el capital argentino invertido para el desarrollo de la aeronáutica nacional; que se interrumpan las cadenas de producción. Un avión agrícola es muchísimo más eficiente que una máquina terrestre de aplicación, porque aplica muchísima más hectáreas. Y hay muchas familias detrás de esto, que es un círculo vicioso en el que se ha entrado y que era perfectamente posible evitar claro, aparte después de tres años de sequía en donde la actividad estuvo pasando momentos de zozobra».

Por último, agregó que el nivel de angustia y desesperación que están atravesando es enorme. Y son empresas que están distribuidas en todo el área productiva núcleo de producción cerealera que va desde Las Lajitas en Salta hasta provincia de Buenos Aires pasando por Córdoba y Santa Fe.

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