Nunca me gustaron los payasos. Confieso que de chico me infundaban un profundo temor detrás de confusos maquillajes, aquellas ropas deshilachadas, sus ridículos zapatos y sus gritos estridentes.

Sin embargo, con el paso del tiempo, y luego de llevar a mis hijos al circo, pude valorar el esfuerzo y el talento que se requiere yendo de pueblo en pueblo para sacar una sonrisa a grandes y chicos mientras se venden golosinas o souvenirs en las tribunas entre acto y acto; o se intercala en la función con los malabaristas, los magos y los que arman las carpas.

Para Alberto Fernández, los responsables del bochorno de las vacunas fueron los medios de comunicación y pidió terminar con tanta payasada. El mismo que puso a la payasa Filomena a dar un reporte de muertos, y que desde México (avión de lujo mediante) -tal como nunca hizo en lo que va de esta paupérrima gestión- fue incapaz de asumir el error y ponerse a disposición de la justicia. Lejos de esto, justificó las avivadas y a los colados, que tuvieron los privilegios de la casta política por sobre los argentinos esenciales.

A ver si queda claro: en medio de la peor pandemia de la que tengamos memoria, se robaron las dosis para salvar a sus parientes y amigos. Una canallada que desnuda a la verdadera oligarquía «vacuna» de Argentina, que sigue trabajando para consolidar la impunidad y la pobreza estructural como herramientas para consolidarse a disfrutar los beneficios del poder absoluto.

Por fortuna, esta semana la justicia dispuso la condena firme a Lázaro Báez y su banda familiar por lavado de dinero, y tal vez tenga el coraje de avanzar también contra la titular de esa riqueza «sucia»; aunque los cambios en el gabinete de Agricultura presagian un recrudecimiento del conflicto contra el campo.

Estos payasos de hoy no solo que no causan gracia, sino que son los artífices de un espectáculo de horror, que mantiene al pueblo anestesiado, la economía paralizada y sigue improvisando un show al que el mundo entero asiste sin terminar de comprender: cómo un gran país insiste con dejarse someter por los brutos.

Elgauchoalambre

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here