A Marina Massat y Soledad Aramendi las separan cientos de kilómetros de norte a sur santafesino. Pero las une la pasión por la defensa de su sector. Y a través de su trabajo cotidiano aportan la mirada femenina que enriquece el quehacer de las entidades.
Marina Massat se muestra contenta por los 30 milímetros de lluvia caídos en Las Garzas, departamento General Obligado, donde su familia trabaja el campo desde hace años. Como productora agropecuaria de toda la vida, está acostumbrada al trabajo rural, aunque confiesa que “ahora muchas más se han involucrado en el manejo de la empresa acompañando a sus maridos, porque antes la mujer era la que trabajaba en la tierra exclusivamente”. “Pero nos fuimos involucrando en otros temas, inclusive también en la parte gremial del sector”, agrega quien actualmente se desempeña como tesorera del CAR Santa Fe de CONINAGRO.
“Desde 2008 veo que las mujeres se involucraron más, quedaron con ganas de seguir, y en las entidades hay una participación mayor”, explica. Massat asegura que si bien inclusive todavía hoy a nivel organizacional persiste cierta desconfianza, en general hay una participación mayor, inclusive alcanzando los cargos más importantes a nivel dirigencial.
“Estamos llegando a una igualdad y a eso lo valoro mucho, y si bien nadie es más que nadie, entiendo que nos complementamos con muchas visiones, ya que nosotras tenemos a nuestras familias, y el hombre tal vez está más metido en el trabajo diario en el campo”.
Remontándose al conflicto por la 125, recuerda que en las asambleas de productores “eran los mismos hombres los que buscaban que nosotras participemos con nuestra mirada. Y en cuanto a la lucha siempre fue bien parejo desde ese momento”.
Desde el sur
“Poder de observación, capacidad de trabajo, empatía y solidaridad”, resume Soledad Aramendi, quien está terminando sus dos años de mandato como vice presidenta de la Rural de Rosario. “A manera de balance, creo que es un gran compromiso y una gran responsabilidad, que implica tratar de adecuarse a los nuevos tiempos trabajando de forma representativa, logrando una red de redes de forma solidaria, ayudando a los de nuestro grupo y a nivel general, con datos, representación, con lo que se necesite, llevando una institución adelante ayudando a los demás, ya sean productores o no productores”.
Aramendi asegura que el desafío en parte es el trabajo en red, ya que la mujer tiene otra mirada a nivel ejecutivo y más social. Tal vez, viendo la otra parte de las cosas. “Creo que somos más solidarias en nuestro accionar, y a veces vemos otras necesidades. El agua por ejemplo, no es un problema hídrico ni vial, sino que también involucra aspectos a nivel social y humano, que a veces lleva a la depresión o a aspectos psicológicos que también hay que analizar”.
Soledad entiende que también se ha generado una gran apertura con la sociedad en sí. “Los vínculos se incrementaron: las mujeres rurales ahora también son empresarias, e interactúan con otras instituciones de la vida social”.
A nivel de cuestiones pendientes, afirma que dependen de la voluntad y la decisión política, para que haya una mayor empatía para lograr soluciones. “Esto está movilizando una mayor unión con los sectores empresariales y las Bolsas de Comercio, llevando los temas a la provincia”. Finalmente, explica que las mujeres son más visibles que antes, y eso permite que su accionar quede en evidencia.
Fuente: Campolitoral