El trigo es el cultivo de invierno más importante en los sistemas de producción de la región pampeana, y un manejo adecuado de la nutrición, se convierte en un pilar indispensable para lograr altos rendimientos. Sin lugar a dudas, el nitrógeno es el nutriente más importante para su desarrollo saludable.
Por Ing. Agr. Paula Di Gerónimo (Market Developer Coordinator Pampa Húmeda y Uruguay, Stoller).
De la manera en que se presenta el año, es una exigencia ser eficientes en el manejo de la fertilización, puesto que las aplicaciones tardías de nitrógeno son una gran opción para garantizar la disponibilidad de este macronutriente en período crítico de los cultivos invernales.
Si pensamos en los inicios de la campaña de trigo y cebada 2024, podemos decir que comenzó con un déficit hídrico considerable en todas las zonas productivas del país. Sumado a eso, las heladas se hicieron sentir y los cultivos retrasaron fuertemente su desarrollo luego de la siembra.
Por otra parte, la nutrición de los cultivos se vio afectada, debido a que muchos productores redujeron o retrasaron el uso de fertilizantes nitrogenados debido a la incertidumbre respecto al clima. Además, el aporte vía mineralización fue limitado por el déficit hídrico y las bajas temperaturas.
Afortunadamente, las lluvias llegaron a gran parte del área triguera del país durante las últimas semanas, aunque otras aún continúan con importantes déficits hídricos. Puntualmente, la disponibilidad de agua disminuye progresivamente hacia el oeste y el noroeste de la Región Pampeana, y en el norte y el centro de Santa Fe y Córdoba, donde se observa un desecamiento notable. Además, para la primavera se esperan temperaturas medias superiores en el centro y el norte del país.
LA SOLUCIÓN PERFECTA
“En paralelo, sabemos que la máxima demanda de absorción de N del cultivo de trigo se produce a partir de fines de la etapa de macollaje y durante la encañazón, momento en el cual se obtendría la mayor eficiencia de uso del nutriente”, expresa Paula Di Gerónimo, Market Developer Coordinator Pampa Húmeda y Uruguay, Stoller.
Sin embargo, este año muchas aplicaciones se retrasaron, otras se redujeron o incluso, en muchos casos no se realizaron. Por consecuencia, los cultivos manifiestan un estrés asociado a la limitante nutricional. Sumado a ello, cuanto más avanza su desarrollo, más complejas e ineficientes son las aplicaciones de fertilizantes al suelo.
Frente a esta problemática, desde Stoller destacamos la importancia de garantizar un buen nivel de N disponible en planta alrededor de floración, período en el cual el cultivo define el rendimiento. “Proponemos el uso de Nitroplus 18 en hoja bandera como complemento a la fertilización tradicional. Apostamos a sincronizar la oferta de N con la demanda del cultivo y a aumentar la eficiencia operativa”, afirmó Di Gerónimo.
La aplicación de Nitroplus 18 se recomienda en una dosis de 10 litros por hectárea y puede combinarse con la entrada al lote para aplicación de otros fitosanitarios (tradicionalmente en este momento, tales como los fungicidas).
Es así como el productor ahorra una entrada al lote, y asegura el máximo aprovechamiento del N aplicado que se sinergiza con el aporte del fertilizante de base y el aporte del suelo, en el momento de máxima demanda.
APORTANDO EFICIENCIA
Nitroplus 18 aporta nitrógeno amínico, una forma de nitrógeno de rápida disponibilidad para la planta en formación de diversos compuestos orgánicos. La absorción de nitrógeno en la forma amínica y amoniacal es mayor que con fuentes tradicionales como urea.
Además, con la contribución de fuentes amínicas como Nitroplus 18, se reducen los niveles de nitrato en las hojas comparativamente a otras fuentes. Estos altos niveles en planta llevan a una mayor producción de etileno, que induce a la planta a un gran crecimiento vegetativo en detrimento del sistema radicular poco desarrollado, lo que implica una escasa resistencia a los periodos de estrés.
En términos sencillos, el N proveniente del suelo y del fertilizante de base (Urea-UAN y otros), debe ser transformado en formas aprovechables por el cultivo, luego absorbido por las raíces, y vuelto a transformar dentro de la planta para ser utilizado. Esa serie de transformaciones están
limitadas por la disponibilidad de agua, la temperatura y otros factores como el cultivo antecesor, e implican un costo energético para el cultivo.
“Es por ello que a la hora de planificar la fertilización nitrogenada atribuimos eficiencias entre 40 y 65% a estas fuentes. Si nos ubicamos en el período crítico donde la sincronía y la eficiencia de la fuente son factores claves, la fertilización foliar surge como una alternativa rápida, práctica y con un aporte cercano al 100%, para complementar las aplicaciones de base al suelo y contribuir de manera directa a la construcción del rendimiento”, concluyó la especialista.