Las ciudades muestran sus limitaciones y los pueblos rurales, su potencial. La pandemia del coronavirus llevó a muchas personas a cuestionarse la forma en la que viven, y ante este panorama, miles de argentinos comenzaron a consultar cómo podían hacer para instalarse en alguna zona rural, de la mano de una ONG que promueve una migración planificada hacia el interior, y que tiene planeado repoblar cinco comunidades alejadas.
Estiman que cada proyecto, desde que se crea el perfil de un pueblo hasta que se instala la familia, tarda 30 meses.
«Se triplicó la cantidad de personas que nos contacta porque buscan salir de las ciudades», asegura a LA NACION la directora de la fundación Es Vicis, Cintia Jaime. Según explica, es algo que sucede no solo en el país, sino también en el mundo . «Las redes sociales son un reflejo de lo que ocurre en otros lados, como Estados Unidos, India y Perú. Vimos un incremento increíble de las consultas vía Facebook, mail y a través de la página web», agrega Jaime , quien en 2016 creó junto a Daniel Winzenried la ONG, cuyo objetivo es reploblar las comunidades rurales. «Proponemos una migración planificada y sostenible. Nuestro plan es promover y capacitar a partir de visibilizar oportunidades», define.
El año pasado, a través del programa Bienvenidos a Mi Pueblo llevaron adelante una prueba piloto en Colonia Belgrano, Santa Fe, mediante la cual instalaron a 15 familias en la localidad. En una cooperación público-privada construyeron 20 viviendas disponibles con acceso a créditos. Según la ONG, la migración generó un crecimiento del 10% de la población y la creación de 23 emprendimientos que no son agropecuarios. «Todas las familias crecieron en sus ingresos, el empleo creció un 15%, emplearon a 27 personas, y a su vez contrataron servicios del pueblo», resume Jaime.
Luego de la implementación de ese proyecto, esperan repoblar cinco comunidades rurales más en los próximos años. En este sentido, la semana pasada la fundación firmó un convenio de cooperación con la Fundación Nueva Generación Argentina (FNGA) para identificar pueblos de entre 1000 y 2000 habitantes, de la provincia de Santa Fe, con potencial para dar la bienvenida a emprendedores y sus familias.
Estiman que cada proyecto, desde que se crea el perfil de un pueblo hasta que se instala la familia , tarda 30 meses. «Son dos años y medio en el que los acompañamos con un equipo», dicen. Por un lado, analizan capacidad y necesidad del pueblo, y por el otro capacitan a los futuros migrantes en gestión de proyectos y emprendimientos.
«Fuimos uno a uno por los pueblos y hablamos con las familias, para ver qué necesidad insatisfecha tienen. En los pueblos nos decían que tenían que esperar un mes para reparar una máquina o que la peluquería abría cada tanto. Nos dimos cuenta de que se habían acostumbrado a tener carencias y que ahí había una oportunidad». Desde el programa evalúan cada posible emprendimiento, tanto su viabilidad como los permisos necesarios para ejercer.
Si bien el deseo de migrar hacia los pueblos rurales se advierte ya desde hace unos años, en los últimos tres meses notan un mayor interés por escapar de las grandes ciudades. «Hoy en día estamos en el centro de las miradas, porque esa migración es una alternativa. El Covid-19 ayudó a desnudar la fragilidad de las ciudades», indica Jaime.
Entre las razones del deseo de migrar hacia el interior está la búsqueda de mayor tranquilidad. «La gente empezó a cuestionar por qué tiene que meterse en horario pico para ir a la oficina si pueden hacerlo desde la casa», completa.